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Cuando asumí el mando de la Flota del Pacífico el 31 de diciembre de 1941, nuestros submarinos ya estaban operando contra el enemigo y eran las únicas unidades de la Flota que podían enfrentarse a los japoneses en los meses venideros. Fue a la Fuerza de Submarinos a la que recurrí para llevar la carga hasta que nuestra gran actividad industrial pudiera producir las armas que tanto necesitábamos para llevar la guerra al enemigo. Es para el honor y la gloria eternos de nuestro personal de submarinos que nunca nos fallaron en nuestros días de peligro.