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No cabe duda de que la buena composición depende mucho menos del conocimiento de sus leyes que de la práctica y la aptitud natural. Una cabeza clara, una imaginación rápida y un oído sensible harán innecesarios todos los preceptos retóricos.
No cabe duda de que la buena composición depende mucho menos del conocimiento de sus leyes que de la práctica y la aptitud natural. Una cabeza clara, una imaginación rápida y un oído sensible harán innecesarios todos los preceptos retóricos.