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  • Ninguna adversidad nos es propia en especie o grado; pero si examinamos las condiciones de otros hombres (de nuestros hermanos en todas partes, de nuestros vecinos a nuestro alrededor), y comparamos nuestro caso con el suyo, encontraremos que tenemos muchos consortes y asociados en la adversidad, la mayoría tan enfermos, muchos mucho peor bestead que nosotros; por lo que debe ser una gran afición y perversidad estar disgustados de que no estamos exentos, sino expuestos a soportar una parte de los problemas y cargas comunes de la humanidad.