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La virtud no es una seta que brota por sí sola en una noche, cuando dormimos o no la tenemos en cuenta, sino una planta delicada, que crece lenta y tiernamente, necesitando mucho esfuerzo para cultivarla, mucho cuidado para protegerla, mucho tiempo para madurarla, en nuestro suelo adverso, en el clima desapacible de este mundo.