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La curiosidad es natural al alma del hombre y los objetos interesantes ejercen una poderosa influencia sobre nuestros afectos. Dejemos que estos poderes influyentes actúen, por el permiso o la disposición de la Providencia, desde puntos de vista egoístas o sociales, sin embargo, con el tiempo la misteriosa voluntad del Cielo se despliega, y vemos nuestra conducta, de cualquier motivo excitado, operando para responder a los importantes designios del cielo.