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El Sabio de Toronto... pasó varias décadas maravillándose de las numerosas libertades creadas por una "aldea global" instantáneamente y sin esfuerzo accesible a todos. Las aldeas, a diferencia de las ciudades, siempre han estado gobernadas por el conformismo, el aislamiento, la vigilancia mezquina, el aburrimiento y los repetitivos cotilleos malintencionados sobre las mismas familias. Una descripción bastante precisa de la vulgaridad actual del espectáculo global.