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El progreso técnico y una vida más cómoda permiten la inclusión sistemática de los componentes libidinales en el ámbito de la producción y el intercambio de mercancías. Pero por muy controlada que esté la movilización de la energía instintiva (a veces equivale a una gestión científica de la libido), por mucho que sirva de apoyo al statu quo, también es gratificante para los individuos que la gestionan, del mismo modo que son divertidas las carreras con el motor fueraborda, el empuje del cortacésped eléctrico y la velocidad del automóvil.