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El conservadurismo, aunque es un elemento necesario en cualquier sociedad estable, no es un programa social; en sus tendencias paternalistas, nacionalistas y de adoración al poder, a menudo está más cerca del socialismo que del verdadero liberalismo; y con sus propensiones tradicionalistas, antiintelectuales y a menudo místicas, nunca atraerá, salvo en breves periodos de desilusión, a los jóvenes y a todos aquellos que creen que algunos cambios son deseables para que este mundo sea un lugar mejor.