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Es suficientemente evidente, por muchas circunstancias, que la doctrina de la divinidad de Cristo no se estableció sin mucha oposición, especialmente de los ignorantes entre los cristianos, que pensaban que sabía a politeísmo, que fue introducida por aquellos que habían tenido una educación filosófica, y fue adoptada gradualmente por otros, debido a que cubría la gran ofensa de la cruz, exaltando la dignidad personal de nuestro Salvador.