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  • Cuando las hojas de serbal están húmedas y oxidadas y las bayas de serbal rojas como la sangre, cuando en mi palma el verdugo clava el clavo final con un golpe óseo, cuando, sobre el fétido río que se desborda, en la húmeda altura gris, me tambaleo ante las sombrías miradas de mi tierra, y tiemblo mientras me balanceo aquí sobre la cruz, entonces, a través de la sangre y el llanto, se extiende mi vista moribunda hacia el espacio remoto; veo en el curso del río a Cristo navegando hacia mí en una barca.