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  • Su desprecio por los ciudadanos... es tan rutinario, y tan ilimitado, que la agencia se ha convertido en una especie de Frankenstein, que campa a sus anchas y aterroriza a los estadounidenses a su antojo. El IRS exige hipócritamente declaraciones sin errores cuando sus propios libros son un caos. Exige sumas exorbitantes de dinero sin tener en cuenta la exactitud de sus reclamaciones. No duda en utilizar todas las maniobras posibles para conseguir lo que quiere, a veces destruyendo empresas -y vidas- en el proceso.