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  • Erasmo dramatiza una posición política bien establecida: la del necio que reclama licencia para criticar a todo el mundo sin represalias, ya que su locura le define como no plenamente una persona y, por tanto, no un ser político con deseos y ambiciones políticas. El Elogio de la locura, por tanto, esboza la posibilidad de una posición para el crítico fuera del escenario de la rivalidad política, una posición no simplemente imparcial entre los rivales sino también, por autodefinición, fuera del escenario de la rivalidad por completo.

    "Erasmus's Praise of Folly: Rivalry and Madness". Neophilologus Journal, 1992.