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Para esos privilegiados -entre los que nos contamos- los "ismos" altisonantes a los que sus contemporáneos les piden lealtad son todos igualmente fútiles: destinados a ser traicionados, derrotados y finalmente rechazados por los hombres en general, si contienen algo realmente noble; destinados a disfrutar, por el momento, de algún tipo de éxito ruidoso, si son lo suficientemente vulgares, pretenciosos y desalmados como para atraer al creciente número de esclavos mecánicamente condicionados que se arrastran por nuestro planeta, haciéndose pasar por hombres libres; todos destinados a resultar, en última instancia, inútiles.