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Creo que la realidad es que la humanidad de Michael Jackson es tan profunda, las implicaciones e inferencias de su arte tan monumental y magníficamente globales, que nada de lo que la televisión estadounidense pudiera hacer para mancillar su carácter podría jamás, si se quiere, negar el genio legítimo que representa y Estados Unidos ha respondido, como de hecho lo ha hecho el mundo entero.