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La idea de un atentado terrorista que ataque a seres humanos inocentes en un edificio, un centro comercial o un restaurante ya es bastante mala, pero la mente terrorista que mira a un avión de pasajeros y ve el combustible y la intensidad de la explosión, y ve los motores de los cohetes que lo llevarán al corazón de la destrucción como un misil de crucero, pero que no ve la humanidad de una sola alma en ese avión es la escalofriante verdad a la que nos enfrentamos.