Veo el profesionalismo como una enfermedad que se extiende por el mundo actual, una especie de polioligarquía por la que diversos grupos (conductores de metro, trabajadores sociales, albañiles) pueden paralizar las cosas si no se satisfacen sus demandas particulares. (Mientras tanto, la irrelevancia de cada profesión aumenta, en proporción a su creciente rigidez). Estos grupos afortunados exigen más en cada vuelta - pero mientras tanto, el número de desempleados permanentes crece y crece.