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  • Cualquier doctrina global, religiosa o laica, puede introducirse en cualquier argumento político en cualquier momento, pero yo sostengo que las personas que lo hacen también deberían presentar lo que creen que son razones públicas para su argumento. Así, su opinión ya no es sólo la de un partido concreto, sino una opinión con la que todos los miembros de una sociedad podrían razonablemente estar de acuerdo, no necesariamente con la que ellos estarían de acuerdo. Lo importante es que la gente dé razones que puedan entenderse y valorarse al margen de sus doctrinas particulares.