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  • El capital rara vez puede hacerse productivo sin sufrir varios cambios tanto de forma como de lugar, cuyo riesgo es siempre más o menos alarmante para las personas no acostumbradas a las operaciones de la industria; mientras que, por el contrario, la propiedad de la tierra produce sin ningún cambio ni de calidad ni de posición.

    Jean Baptiste Say (1854). “A treatise on political economy, or, the production, distribution, and consumption of wealth”, p.363