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La adoración no es un ferviente ejercicio espiritual o poético reservado a unos pocos elegidos. Creo que la raza humana se extinguirá y destruirá la naturaleza si no aprende de nuevo a adorar a Dios, el Dios que hay en todos nosotros, el Dios que brilla y vive en la naturaleza, y aprende de nuevo a actuar desde y en ese espíritu de adoración.