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  • Así que si esperar es un agravante, es al menos en parte porque no nos gusta que nos recuerden nuestros límites. Nos gusta hacer -ganar, comprar, vender, construir, plantar, conducir, hornear-, hacer que las cosas sucedan, mientras que esperar es esencialmente una cuestión de ser -pararse, sentarse, escuchar, mirar, respirar, preguntarse, rezar-. Esperar a alguien o a algo que aún no ha llegado y que llegará o no llegará a su debido tiempo, que no es lo mismo que nuestro propio tiempo, puede resultar bastante impotente.

    Barbara Brown Taylor (1995). “Gospel Medicine”, p.153, Rowman & Littlefield