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Si los estadounidenses realmente conversan sobre nuestras desastrosas políticas penitenciarias, comprenderemos que todas las tendencias se mueven en direcciones muy peligrosas: encerramos a más personas, por delitos menos violentos, a un coste cada vez mayor, engendrando más delincuentes peligrosos que a menudo salen sin empleo, violentos e isiolados.