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En efecto, la familia ha muerto, si por tal entendemos el sistema familiar moderno en el que las unidades formadas por el hombre que mantiene a la familia y la mujer que se ocupa del hogar, las parejas casadas y su descendencia dominan la tierra. Pero su fantasma, la ideología de la familia, sobrevive para atormentar la conciencia de todos aquellos que se niegan a enfrentarse a ella. Ha llegado el momento de realizar una autopsia social al cadáver del sistema familiar moderno para intentar dar sepultura a su molesto espíritu.