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Hoy debemos abandonar la competencia y asegurar la cooperación. Este debe ser el hecho central en todas nuestras consideraciones sobre asuntos internacionales; de lo contrario, nos enfrentamos a un desastre seguro. El pensamiento y los métodos del pasado no evitaron las guerras mundiales. Lo que está en juego es inmenso, la tarea colosal y el tiempo apremia. Pero podemos esperar -debemos esperar- que la propia creación del hombre, el propio genio del hombre, no lo destruya.