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Vivimos en un mundo con contenidos "gratuitos", y esta libertad no es una imperfección. Escuchamos la radio sin pagar por las canciones que oímos; oímos a amigos tararear melodías de las que no tienen licencia. Contamos chistes que hacen referencia a argumentos de películas sin el permiso de los directores. Leemos a nuestros hijos libros prestados por una biblioteca sin pagar al titular original de los derechos de autor por los derechos de ejecución.