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Un verdadero guerrero no lucha porque lo desee, sino porque tiene que hacerlo. Un hombre que anhela la guerra, un hombre que disfruta matando, es un bruto y un monstruo. Por mucha gloria que gane en el campo de batalla, eso no puede borrar el hecho de que no es mejor que un lobo rabioso que se volverá contra sus amigos y su familia tan pronto como contra sus enemigos.