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Los sacrificios de nuestro pueblo fueron muy grandes. De una población de un millón de habitantes, 28.000 murieron, 12.600 resultaron heridos, 10.000 fueron convertidos en prisioneros políticos en Italia y Alemania, y 35.000 obligados a realizar trabajos forzados, de tierra; todas las comunicaciones, todos los puertos, minas e instalaciones de energía eléctrica fueron destruidos, nuestra agricultura y ganadería fueron saqueadas, y toda nuestra economía nacional naufragó.