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Esta [Carta Magna] ha sido forzada por el Rey. Constituye un insulto a la Santa Sede, un grave debilitamiento del poder real, una vergüenza para la nación inglesa, un peligro para toda la Cristiandad, ya que esta guerra civil obstruye la cruzada. Por lo tanto... condenamos la carta y prohibimos al Rey que la mantenga, o a los barones y sus partidarios que le obliguen a hacerlo, so pena de excomunión.