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Hay dos maneras de afrontar los problemas del país: una es mediante un estilo de gestión basado en el aventurerismo, la inestabilidad, el teatro, las exageraciones, la maldad, el secretismo, la prepotencia, la superficialidad y el incumplimiento de la ley. La segunda forma se basa en el realismo, el respeto, la apertura, la sabiduría colectiva y la evitación del extremismo.