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Y así las ráfagas de calumnia, aullando siempre tan ferozmente sobre la cabeza del hombre bueno, contribuyen a su más justa apreciación y a su más amplia fama. Conserva sólo una buena conciencia para con Dios, y un propósito amoroso para con tus semejantes, y no tendrás que estremecerte ni temblar, aunque la jauría de sabuesos con corazón de spaniel te gruña en los talones.