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Empecé a ver a los seres humanos como pequeñas formas de vida solitarias, basadas en el agua, de carne rosada, que empujaban aire a través de sí mismas y hacían ruidos que los otros trocitos de carne parecían entender. Pensaba para mis adentros: 'Hay cinco mil millones de personas aquí, pero nunca hemos estado más aislados'. El único resultado del individualismo agresivo que perseguimos es que pierdes de vista tu compasión y nos vamos a la cama por la noche pensando: '¿Esto es todo lo que hay?' porque no nos sentimos realizados.