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  • No podemos escapar a nuestro destino, ni debemos intentarlo. El liderazgo del mundo libre nos fue impuesto hace dos siglos en ese pequeño salón de Filadelfia. En los días que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, cuando la fuerza económica y el poder de América era todo lo que se interponía entre el mundo y el retorno a la edad oscura, el Papa Pío XII dijo: "El pueblo americano tiene un gran genio para las acciones espléndidas y desinteresadas. En las manos de América ha puesto Dios los destinos de una humanidad afligida'. Somos, en efecto, y lo somos hoy, la última esperanza del hombre sobre la tierra.

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