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Se admite generalmente que ningún hombre ha encontrado jamás la felicidad de la posesión proporcionada a la expectativa que incitó su deseo, y vigorizó su búsqueda; ni ningún hombre ha encontrado los males de la vida tan formidables en realidad, como le fueron descritos por su propia imaginación; cada especie de aflicción trae consigo algunos apoyos peculiares, algunos medios imprevistos de resistir, o poderes de soportar.