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Este es el camino de la oración -la oración contemplativa, es decir, distinta de las simples oraciones de súplica y acción de gracias-, que es una disciplina específica del pensamiento, el deseo y la acción, que libera la mente de los prejuicios y apetitos habituales, y le permite morar en la gratuidad y la gloria de todas las cosas. Como me dijo una vez un viejo monje del Monte Athos, la oración contemplativa es el arte de ver la realidad tal como es; y, si uno no ha adquirido aún la capacidad de ver a Dios en todas las cosas, no debe imaginar que será capaz de ver a Dios en sí mismo.