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  • Por nuestra propia bondad no podemos esperar que nuestras oraciones sean escuchadas. Pero Jesús es digno, y por Su causa podemos tener nuestras oraciones contestadas. No hay nada demasiado selecto, demasiado costoso o demasiado grande para que Dios se lo conceda. Él es digno. Él es el Niño sin mancha, santo, que en todas las circunstancias actuó según la mente de Dios. Y si confiamos en Él, si nos escondemos en Él, si lo ponemos a Él por delante y a nosotros en segundo plano, dependemos de Él e invocamos Su nombre, podemos esperar que nuestras oraciones sean escuchadas.