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Es muy fácil degradar el deporte, cambiar sus valores, diluir su ética y destruir sus asociaciones tradicionales con la tranquilidad, la relajación y la oportunidad de pensar. La pesca con caña no es un deporte de competición. La única competición real del pescador es con su presa y su único desafío real es el desafío a sí mismo. Nada puede añadirse a esto, pero la plaga de la competición interhumana puede sin duda restarle valor.