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No me gusta El exorcista, y me pareció una señal de advertencia de los peligros de que un talento cinematográfico furibundo haga pasar al público (una frase de Hitchcock) sin propósito, o sin la persistente ansiedad moral que activaba a Hitch. Verán, no creo que William Friedkin crea en el Diablo, o se preocupe por él. Creo que encontró en el exorcismo un pretexto para el asco y calculó que había un público para ello, o una multitud dispuesta a ser desafiada. Quizá soy demasiado ateo para soportar que se machaque tanto a la religión.