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La economía industrial que divide absolutamente a la sociedad en dos partes, los pagadores de salarios y los receptores de los mismos, los primeros contados por miles y los últimos por millones, no es apta ni capaz de una duración indefinida: y la posibilidad de cambiar este sistema por otro de combinación sin dependencia, y de unidad de intereses en lugar de hostilidad organizada, depende totalmente de los futuros desarrollos del principio de Asociación.