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  • En primer lugar, es evidente que en nuestros tiempos no sólo se concentra la riqueza, sino que se consolida un inmenso poder y una despótica dictadura económica en manos de unos pocos, que a menudo no son propietarios, sino sólo fideicomisarios y gestores de fondos invertidos que administran a su arbitrio y placer. Esta dictadura está siendo ejercida a la fuerza por aquellos que, puesto que poseen el dinero y lo controlan completamente, controlan también el crédito y gobiernan el préstamo de dinero.