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La vida humana no tiene sentido por sí misma. No existe ninguna fuerza cósmica o deidad que le dé sentido o significado. No existe un destino último para el hombre. Tal creencia es una ilusión de la infancia de la humanidad. El sentido de la vida es el que nosotros decidamos darle. El sentido surge únicamente de los propósitos humanos. La naturaleza nos ofrece un abanico infinito de oportunidades, pero sólo nuestra visión y nuestra acción seleccionan y realizan las que deseamos.