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  • Tomé el Arthur de Eugene Sue de la sala de lectura. Es indescriptible, suficiente para hacerte vomitar. Hay que leerlo para darse cuenta de lo lamentables que son el dinero, el éxito y el público. La literatura se ha vuelto consumista. Escupe y babea, cubre sus ampollas con pomada y esparadrapo, y se ha quedado calva de tanto peinarse. Haría falta un Cristo del arte para curar a este leproso.