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Cuando estoy en nuestra casa de Francia, me aíslo totalmente del resto del mundo. Nunca tengo que escuchar el teléfono, y eso es porque -y Vanessa lo confirmaría- los teléfonos están prohibidos en la casa. Tenemos una vida maravillosa y creo que pasar tiempo en Francia me ha tranquilizado y me ha hecho dejar de preocuparme por cosas que no son realmente importantes.