A estas alturas debería estar claro que una nación no puede ser más fuerte en el exterior de lo que es en su propio país. Sólo unos Estados Unidos que practiquen lo que predican sobre la igualdad de derechos y la justicia social serán respetados por aquellos cuya elección afecta a nuestro futuro. Sólo unos Estados Unidos que hayan educado plenamente a sus ciudadanos serán plenamente capaces de abordar los complejos problemas y percibir los peligros ocultos del mundo en que vivimos. Y sólo unos Estados Unidos que crecen y prosperan económicamente pueden sostener las defensas mundiales de la libertad, al tiempo que demuestran a todos los interesados las oportunidades de nuestro sistema y nuestra sociedad.