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  • Háblate a ti mismo en voz baja y prométete que vendrán días mejores. Susúrrese suavemente a sí mismo y asegúrese de que realmente está haciendo su mejor esfuerzo. Consuela tu espíritu magullado y sensible recordándote muchos otros éxitos. Ofrézcase consuelo de forma práctica y tangible, como si estuviera animando a su amigo más querido. Reconoce que en ciertos días la mayor gracia es que el día ha terminado y puedes cerrar los ojos. Mañana vendrá más brillante.