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Nuestra sociedad está llena de fugitivos, abandonos y renunciantes. La epidemia del alejamiento ha golpeado nuestra tierra con efectos tan devastadores como la peste bubónica, y ha destruido millones de vidas y relaciones efectivas. Estamos tan centrados en nosotros mismos que hemos dejado de dar la vida por los demás. Hemos visto a otros desfallecer o alejarse y les hemos seguido en su debilidad. Hemos desmayado cuando podríamos haber perseverado cambiando nuestra fuerza por la Suya. Con Su fuerza, no sólo podríamos haber seguido caminando, ¡podríamos haber corrido!