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  • Sin embargo, el totalitarismo no promete tanto una era de fe como una era de esquizofrenia. Una sociedad se vuelve totalitaria cuando su estructura se vuelve flagrantemente artificial: es decir, cuando su clase dirigente ha perdido su función pero consigue aferrarse al poder por la fuerza o el fraude. Una sociedad así, por mucho tiempo que persista, nunca podrá permitirse llegar a ser tolerante ni intelectualmente estable.