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La forma más elevada de alabanza que puedes ofrecerte a ti mismo, a Dios y al mundo es dedicar tiempo cada día a expresar gratitud. Dice a Dios que eres consciente y aprecias la gracia. Le dice a la vida que reconoces su impresionante presencia en ti. Se dice a sí mismo que merece la pena dedicar el tiempo necesario para curarse. El tiempo dedicado al silencio, la contemplación y la gratitud es tiempo dedicado a la devoción a una vocación más elevada y a un estado de ser más amoroso.