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Tras el colapso soviético, el marxismo es una reliquia, un patético anacronismo reducido a sus últimos reductos: Corea del Norte, Cuba y los departamentos de inglés de las universidades estadounidenses más caras.
Tras el colapso soviético, el marxismo es una reliquia, un patético anacronismo reducido a sus últimos reductos: Corea del Norte, Cuba y los departamentos de inglés de las universidades estadounidenses más caras.