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En mi propia vida he descubierto que cuanto mayor me hago, más obstinada soy en mis creencias y opiniones. Si no mantuviera mi ego bajo control, me resultaría fácil abandonar las relaciones cuando no estoy de acuerdo con alguien. El antídoto para este problema es la humildad, simple y llanamente. Cuanto más afirmamos nuestra naturaleza humilde, más creemos en lo mejor de las personas y las situaciones, y más intentamos ver a los demás a través de la lente del amor. Entonces tenemos la oportunidad de que nuestras relaciones crezcan.