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  • Si queremos encontrar a Dios en medio de todas las exterioridades religiosas, debemos primero determinar encontrarlo, y luego proceder por el camino de la sencillez. Ahora, como siempre, Dios se descubre a los "niños" y se oculta en densas tinieblas a los sabios y prudentes. Debemos simplificar nuestro acercamiento a Él. Debemos despojarnos de lo esencial (y se encontrará que son benditamente pocos). Debemos dejar de lado todo esfuerzo por impresionar, y acercarnos con la candidez inocente de la niñez. Si hacemos esto, sin duda Dios responderá rápidamente.