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¿Descansar en el poder de Dios cuando tus propias debilidades parecen gritarte? Eso es gracia. ¿Confiar en quién es Dios para ti cuando te sientes abrumado por las probabilidades en tu contra? Eso es paz. ¿Estar solo contra la intimidación masiva? Eso es confianza. ¿Saber más allá de cualquier sombra de duda que Dios es más grande, y por lo tanto no puedes perder? Esa es la fe que mueve montañas.